Como el día estaba lluvioso tuvimos que cambiar planes, así que después de un “brunch” en casa (o sea, un desayuno completito de esos de fin de semana) nos llevaron a una fábrica de cerveza artesanal, Magic Hat. Es conocida ya que acabamos de hablar con Eddy (nuestro roommate de Boston) y la conoce.
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La fábrica es pequeñita y cuando entras parece que entres a un bareto (tipo el Alfa en Gràcia o alguno de Poblenou) con techos altos, poca luz, música indie y una barra al fondo. De ahí hicimos un recorrido por la fábrica (totalmente prescindible) que acaba donde empiezas con una barra libre de cervezas (IMPRESCINDIBLE). Allí mismo puedes probar todos los tipos de cerveza que fabrican y comprar las que quieras.
La fábrica.
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¡¡¡Que se note nuestras raíces hispanas en la barra libre de cervezas!!!
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En “Magic Hat” hasta los fantasmas beben cerveza.
En “Magic Hat” hasta los fantasmas beben cerveza.
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Después de allí fuimos a comer… y a beber más cervezas.
Después de allí fuimos a comer… y a beber más cervezas.
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Por la tarde, como la lluvia seguía, fuimos a visitar un “Costco”, una mezcla entre “Carrefour” y “Makro” que es curioso de ver por los tamaños de los paquetes de comida.
Por la tarde, como la lluvia seguía, fuimos a visitar un “Costco”, una mezcla entre “Carrefour” y “Makro” que es curioso de ver por los tamaños de los paquetes de comida.
Luego nos fuimos a casa cenar pronto. Lo malo de cenar pronto y quedarte luego hablando en la mesa es que llegan las dos de la mañana y han caído unas cuantas botellas de vino. No diré la cantidad… pero eran menos de seis (y nosotros éramos menos de cinco).
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