Una historia sin animales

Un blog de Alex Oller Guinot

Llevamos en El Cairo un par de días y la verdad es que hasta ahora estábamos un poco descolocados.
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No estábamos descolocados…

- ni por el ruido del tráfico: es cierto que es una ciudad muy ruidosa, pero te acabas acostumbrando a los motores y los pitidos.

- ni por la suciedad: si hay mucha polución, nunca llueve y llega la arena del desierto, es normal que toda la ciudad esté como la fachada antigua de la Sagrada Familia o como la escalera de nuestra casa en Barcelona (que sigue en obras).

- ni por los olores: es un mito (al menos en invierno), la ciudad no huele y dentro del metro huele más a “humanidad” en Barcelona que aquí.

- ni por la comida: es verdad que hasta ahora la comida no es para tirar cohetes, pero cuando comes por un euro (bebida incluida) sólo pides que no esté malo, y por ahora todas las comidas han aprobado, algunas con un 5 pelado y otras con nota.
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Aquí tenéis lo que hemos comido hoy en un chiringuito de mala muerte, rodeados de gatos, sobre un suelo de serrín y entre egipcios que se peleaban. Las patatas frías (sí, lo he escrito bien, frías), el tomate con cebolla pasable (me lo he comido, cosa que el sentido común dice que no debería hacer ya que no estaba pelado), el pan de pita sobre la mesa después de pasar un trapo para limpiarla, y los mejores falafeles que he comido nunca y no exagero (de hecho hemos pedido otro plato). Ah, no busquéis las servilletas, aquí no se estilan.
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- ni por la “peligrosidad” de cruzar la calle: aquí se ha notado nuestro entrenamiento de Vietnam, puesto que desde el primer día cruzamos las calles decididos y con un par de… Vamos, que parece que hayamos nacido aquí (y eso que los tíos ni frenan ni modifican un centímetro su trayectoria cuando cruzas).

- ni por el acoso: al menos en El Cairo, y salvo algún pesado, no tenemos la impresión de ser un euro con patas, es más, todo el mundo te ignora bastante (en el buen sentido). Eso no quiere decir que no sea bienvenida una propinilla, como un abuelete que a veces está en la portería del edificio de la Pensión y que cuando te ve venir llama al ascensor y te abre la puerta (no creais que es el portero, es un tío que a veces se pone allí para sacarse unas libras).

- ni por el acoso sexual: a Nieves la van a gastar de tanto mirarla, pero salvo unos cuantos piropos (u obscenidades) que lógicamente no entendemos, la cosa no pasa de allí. No es algo que incomode, pero si es verdad que somos el centro de atención y no pasamos desapercibidos.

¿Por qué estábamos descolocados entonces? Pues muy fácil, porque llegamos y no sabíamos que hacer.

Me explico: hasta empezar la universidad tenemos tres semanas en las que tendremos más “movilidad” (al no tener que estar ligados a una conexión wifi) y aquí empiezan las dudas. ¿Qué hacemos? “Un crucero por el Nilo” pensaréis. Sí, pero es que valen una pasta y sin tener claro dónde contratarlos o qué puede ser mejor o peor, pues no paras de darle vueltas a la cabeza.
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Finalmente nos hemos decidido y nos hemos salido por la tangente: hemos cogido un billete para un tren nocturno hacia Asuán (para mañana por la noche) y una vez lleguemos allí por la mañana tendremos qué:

- Buscar hotel (cuanto más barato mejor, siempre dentro de unos mínimos).

- Buscar la forma de llegar a Abu Simbel (a unos 280 km de Asuán) y poder pasar una noche allí (el problema es que sólo puedes llegar allí con convoyes escoltados y por tanto, organizados. Es verdad que te puedes saltar los convoyes e ir en autobús de línea, pero es una movida y no nos apetece complicarnos tanto la vida).

- Buscar la forma de (una vez regresados a Asuán) coger un crucero barato hasta Luxor (de tres días). Si no lo encontramos, miraremos otras formas de llegar hasta allí (tren, autocar, avión…).
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En fin, supongo que estos primeros días en Egipto el blog no estará muy activo con tanto viaje, pero intentaré ir poniendo alguna cosilla aunque sea con cuentagotas.

Un abrazo a todos y bienvenidos de nuevo.

2 comentarios:

Luz dijo...

Mira que toda la comida de la foto tiene una pinta fabulosa... pero a mí eso de que pongan el pan pita directamente sobre la mesa y lo de las patatas frías pues como que no...

Alex dijo...

Pues en ese caso tendrás que hacer de tripas corazón. Hemos visto como ponen a secar el pan las panaderías, y tanto sirve una manta sucia y vieja como un banco de la calle, es decir, donde a unas horas se pone el culo, a otras se ponen las pitas. Ya te pueden poner el pan de pita en bandeja de plata, que la elaboración es esa ;-)

La verdad es que aquí se nos están quitando muchas manías: vasos recién lavados con marcas, tazas enegracidas por restos de café, gatos dando vueltas por tus pies mientras comes, servilletas de papel (cuando te las ponen)con manchas dudosas... Al final acabas adaptándote a la forma de hacer del país y lo disfrutas un montón.

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