Una historia sin animales

Un blog de Alex Oller Guinot

No es lo mismo levantarse a las 2:30 de la mañana en Aswan para subir a un minibús que forma parte del convoy de las 4 de la mañana y viajar tres horas a través del desierto (o lo que es lo mismo, 280 Km)…
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… “sobando”…
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… para llegar a las 7 y media de la mañana a los templos de Abu Simbel…
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… con un montón de gente que ha tenido la misma idea que tú…
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… para poder “disfrutar” durante dos horas de los templos de Ramses II y de Hator junto con tus nuevos amigos…
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A esta foto la he llamado “Nieves y señora con muletas”
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… con los que volverás a los autocares y minivans a las 9 y media de la mañana para volver a Aswan tras hacer tres horas más de carretera.
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La cruz
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Antes de viajar a Egipto ya sabes que la categoría de los hoteles no es tal cual la entendemos nosotros. Si a ello sumas que, salvo excepciones, tendemos a buscar hoteles “económicos”, cuando llegas a tu habitación del Hotel Hathor (habitación que te cuesta 100 EGP, es decir, 13 euros la noche), pues no te sorprende de que sea así…
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… aunque las escaleras y pasillos ya nos habían dado alguna pista.
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Nuestra ventana vista desde la calle (entre los dos edificios, en la última planta, recuadrada en color rojo).
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Cabe decir que las fotos “no le hacen justicia” pues no se aprecia lo viejas que son las cosas, la “sucia limpieza” (es decir, las cosas están limpias, pero ennegrecidas al más no poder a causa del uso o ves a saber qué), los mosquitos asesinos que me acribillaron la primera noche (en la pensión de El Cairo teníamos mosquitos pero eran educados y no nos picaban), o el incesante ruido de motores y bocinas de la Corniche las 24 horas del día (sí, el hotel está en primera línea de río y como prueba aquí tenéis las "maravillosas" vistas desde nuestra ventana)…
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La verdad es que nuestra primera opción hotelera era el Keylany, que dentro de la gama de hoteles económicos debe ser de lo mejor ya que las buenas críticas son unánimes tanto en la Lonely Planet, como en Tripadvisor e incluso la opinión de los propios aswaneses (o como se llamen)… pero el Keylany estaba lleno así que acabamos en el Hathor y aunque el primer día intentamos buscar otro hotel, un par en los que preguntamos nos cobraban más (y pagar más para tener casi lo mismo, pues como que no).
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No obstante, hay que decir que el Hathor es honesto, ya que tienes lo que pagas, y como ya sabíamos a lo que íbamos no podemos decir nada malo respecto al hotel, al contrario, incluso alguna mañana un gato (que debe ser parte del staff del hotel) nos ha acompañado en el desayuno, sentándose en una silla de nuestra mesa a desayunar con nosotros.
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La cara
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Como he dicho en el anterior post, las puestas de sol en Aswan son espectaculares, y el terrado del Hathor es un mirador privilegiado para disfrutarlas. La verdad es que sentarse allí al atardecer y ver los colores rojizos de la puesta de sol mientras oyes las llamadas a la oración de los muecines de las mezquitas cercanas es de lo más impresionante que he visto en mucho tiempo (lástima que las fotografías no le hagan justicia).
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San Petesburgo y Amsterdam, las Venecias del Norte… Hong Kong y Singapur, los Manhattan de Oriente… si todo el mundo puede rebautizar las ciudades según a lo que les recuerde, pues yo también, y Asuán (Aswan in english) me ha recordado a eso, a Cambrils, es decir, a un pueblo de playa que se extiende a lo largo de un paseo marítimo (bueno, fluvial en este caso ya que está junto al Nilo) y que crece hacia el interior sólo en unas cuantas calles.
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Como buen pueblo marítimo (fluvial) dispone de algunas calles comerciales (el bazar) cerca del paseo marítimo enfocadas hacia el turismo (Aswan es punto de partida y llegada de todos los cruceros por el Nilo) y de una amplia y ajardinada calle que sube desde dicho paseo hasta la estación de tren.
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Así es Aswan y la verdad es que me ha sorprendido agradablemente. Pasear por la Corniche (el paseo) al atardecer o por el bazar por la noche puede ser muy relajante… si eres egipcio. Si eres un turista, tu nivel de relax será proporcional a tu paciencia y buen humor para rechazar constantemente los paseos en calesa (coche de caballos), en falucca (barca de vela tradicional del Nilo) y los “cantos de sirena” (leedlo de forma irónica) de los comerciantes del bazar.
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Debo decir que hemos descubierto que nuestro nivel de tolerancia es muy alto y, salvo algún momento muy puntual, no nos hemos sentido ni agobiados ni acosados en exceso. Además, hay que pensar que de alguna forma se han de ganar la vida y, en un país donde el sueldo medio de un policía turístico es de 70 euros al mes, pues es normal que todo el mundo intente sacarse una propinilla con el pretexto que sea.
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De todas formas tengo que decir que hay de todo. Hay gente que nos ha dado un excelente servicio sin querer nada a cambio más que lo que habíamos contratado previamente. Contratamos una excursión nocturna a Philae (ya le dedicaré un post) y el conductor (un chaval muy majete y modosito) nos llevó y trajo desde Aswan, nos ayudó a comprar la entrada (de hecho fue él a la taquilla) y negoció el precio con el barquero que nos tenía que llevar y traer de la isla (sí, Philae está en una isla), y al acabar nuestro “tour” y querer darle una propina nos dijo con una sonrisa que no, que ya estaba todo bien.
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También hemos comido en chiringuitos infectos (donde fijo que no ven a un turista en años y donde han de enviar a un chavalillo a comprar la bebida embotellada porque allí sólo tienen agua del grifo) y sólo nos han cobrado 10 libras egipcias (bebidas incluidas), es decir, un euro y treinta céntimos, así que viendo lo pagado dudo mucho que nos hayan cobrado “precio de turistas”.
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Volviendo a Aswan, es una ciudad que bien vale dedicarle dos o tres días, no tanto por lo que la ciudad ofrece - sólo destacan el Museo Nubio (que hemos visitado) y el obelisco inacabado (que no hemos visitado y que ya lo veremos cuando lo acaben, jajaja, chiste malo) - sino por la visita al templo de Philae y, sobretodo, porque es el punto de partida hacia Abu Simbel a casi 300 Km más al sur (a sólo 30 Km de la frontera de Sudán) y al que los extranjeros sólo pueden llegar en avión, en autobús (si les dejan las autoridades), o por carretera en convoyes escoltados por la policía…
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… y por supuesto, por su ¡¡¡ PUESTA DE SOL !!!, ya que la puesta de sol en Aswan es de las más especiales que he visto en mi vida.
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(P.D.) Según la Lonely Planet, Aswan tiene los mismos habitantes que Barcelona, pero la verdad es que no da esa impresión.

Pues eso, como no hemos hecho el turista por ahora, os cuento alguna de las cosas que me han chocado desde que llegamos.
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- Lo que yo creía: En la ciudad te van a acosar constantemente para sacarte el dinero.
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- Lo que en realidad es: Hasta ahora nos han ignorado bastante, al menos por donde nos hemos movido (el centro del Cairo, Zamalek y los alrededores de la estación de trenes de Ramses).
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- Lo que yo creía: Muchas mujeres llevaran velo, pero también habrán muchas que no.
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- Lo que en realidad es: Prácticamente todas las mujeres llevan velo y también se ven muchas mujeres con todo el rostro tapado (ojo, no confundir con un burka). También se ven hombres vestidos a la manera tradicional, aunque en menor medida.
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- Lo que yo creía: Vamos a comer de p*ta madre y por cuatro duros.
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- Lo que en realidad es: Vamos a comer por cuatro duros y punto. Además, los restaurantes tal como los entendemos en occidente brillan por su ausencia (seguro que los hay, pero deben ser de precio alto).
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- Lo que yo creía: El metro de El Cairo es moderno, pero poco práctico ya que llega a pocas zonas de la ciudad.
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- Lo que en realidad es: El metro de El Cairo NO es moderno (ojo, tampoco es viejo), pero creo que llega a muchas más zonas que el de muchas ciudades europeas (Roma, sin ir más lejos).
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- Lo que yo creía: Debe estar lleno de creyentes que se arrodillan a rezar cuando se llama a la oración.
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- Lo que en realidad es: Sí que está lleno (si lo comparamos con España) pero puede ser una de cada cien personas, no toda la ciudad (que malos son los tópicos). Eso sí, como rezan en cualquier lado son mucho más “visibles” por la calle que los cristianos en Europa.
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- Lo que yo creía: Nos alojamos en el centro, que además es la zona de hoteles baratos, esto estará lleno de mochileros y viajeros independientes.
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- Lo que en realidad es: ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? La verdad es que apenas nos hemos cruzado con occidentales en dos días (salvo en la pensión). Cierto es que no hemos ido a las zonas turísticas (Pirámides, zocos, mezquitas famosas…) pero c*ño, que estamos en el centro, que hemos ido andando a zonas como Zamalek (a más de media hora) o la estación de Ramses (el equivalente a Atocha o Sants), que hemos cogido el metro varias veces… si me dieran un euro por cada occidental que hemos visto, ahora podría comprarme una pizza margarita (sin ingredientes extras).
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Esto confirma que la mayoría de turistas que vienen aquí van con viajes organizados y salvo para ir a ver las zonas turísticas no se aventuran por otras partes de la ciudad (lógico si sólo pasas aquí dos o tres días). Con este panorama, es normal que Nieves y yo llamemos la atención cuando vamos por la calle.
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Una última “primera impresión” sobre los egipcios (al menos sobre los cairotas). Son una mezcla extraña entre rudeza y amabilidad, es decir, puede parecer que les molestes o que estén enfadados y sin embargo te ayudan si les preguntas (manteniendo su cara de palo) o te ceden el asiento en el metro por el hecho de ser occidental (tanto a Nieves como a mí).
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Como siempre, es malo generalizar, pero os puedo decir que me descoloca tanto su sequedad como me sorprende su amabilidad con nosotros por el hecho de ser de fuera.
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(P.D). Como aún no hay “material gráfico” os he colocado un par de fotos del Nilo que no tienen nada que ver pero que hacen que este post no se vea tan tristón.

Llevamos en El Cairo un par de días y la verdad es que hasta ahora estábamos un poco descolocados.
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No estábamos descolocados…

- ni por el ruido del tráfico: es cierto que es una ciudad muy ruidosa, pero te acabas acostumbrando a los motores y los pitidos.

- ni por la suciedad: si hay mucha polución, nunca llueve y llega la arena del desierto, es normal que toda la ciudad esté como la fachada antigua de la Sagrada Familia o como la escalera de nuestra casa en Barcelona (que sigue en obras).

- ni por los olores: es un mito (al menos en invierno), la ciudad no huele y dentro del metro huele más a “humanidad” en Barcelona que aquí.

- ni por la comida: es verdad que hasta ahora la comida no es para tirar cohetes, pero cuando comes por un euro (bebida incluida) sólo pides que no esté malo, y por ahora todas las comidas han aprobado, algunas con un 5 pelado y otras con nota.
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Aquí tenéis lo que hemos comido hoy en un chiringuito de mala muerte, rodeados de gatos, sobre un suelo de serrín y entre egipcios que se peleaban. Las patatas frías (sí, lo he escrito bien, frías), el tomate con cebolla pasable (me lo he comido, cosa que el sentido común dice que no debería hacer ya que no estaba pelado), el pan de pita sobre la mesa después de pasar un trapo para limpiarla, y los mejores falafeles que he comido nunca y no exagero (de hecho hemos pedido otro plato). Ah, no busquéis las servilletas, aquí no se estilan.
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- ni por la “peligrosidad” de cruzar la calle: aquí se ha notado nuestro entrenamiento de Vietnam, puesto que desde el primer día cruzamos las calles decididos y con un par de… Vamos, que parece que hayamos nacido aquí (y eso que los tíos ni frenan ni modifican un centímetro su trayectoria cuando cruzas).

- ni por el acoso: al menos en El Cairo, y salvo algún pesado, no tenemos la impresión de ser un euro con patas, es más, todo el mundo te ignora bastante (en el buen sentido). Eso no quiere decir que no sea bienvenida una propinilla, como un abuelete que a veces está en la portería del edificio de la Pensión y que cuando te ve venir llama al ascensor y te abre la puerta (no creais que es el portero, es un tío que a veces se pone allí para sacarse unas libras).

- ni por el acoso sexual: a Nieves la van a gastar de tanto mirarla, pero salvo unos cuantos piropos (u obscenidades) que lógicamente no entendemos, la cosa no pasa de allí. No es algo que incomode, pero si es verdad que somos el centro de atención y no pasamos desapercibidos.

¿Por qué estábamos descolocados entonces? Pues muy fácil, porque llegamos y no sabíamos que hacer.

Me explico: hasta empezar la universidad tenemos tres semanas en las que tendremos más “movilidad” (al no tener que estar ligados a una conexión wifi) y aquí empiezan las dudas. ¿Qué hacemos? “Un crucero por el Nilo” pensaréis. Sí, pero es que valen una pasta y sin tener claro dónde contratarlos o qué puede ser mejor o peor, pues no paras de darle vueltas a la cabeza.
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Finalmente nos hemos decidido y nos hemos salido por la tangente: hemos cogido un billete para un tren nocturno hacia Asuán (para mañana por la noche) y una vez lleguemos allí por la mañana tendremos qué:

- Buscar hotel (cuanto más barato mejor, siempre dentro de unos mínimos).

- Buscar la forma de llegar a Abu Simbel (a unos 280 km de Asuán) y poder pasar una noche allí (el problema es que sólo puedes llegar allí con convoyes escoltados y por tanto, organizados. Es verdad que te puedes saltar los convoyes e ir en autobús de línea, pero es una movida y no nos apetece complicarnos tanto la vida).

- Buscar la forma de (una vez regresados a Asuán) coger un crucero barato hasta Luxor (de tres días). Si no lo encontramos, miraremos otras formas de llegar hasta allí (tren, autocar, avión…).
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En fin, supongo que estos primeros días en Egipto el blog no estará muy activo con tanto viaje, pero intentaré ir poniendo alguna cosilla aunque sea con cuentagotas.

Un abrazo a todos y bienvenidos de nuevo.