Una historia sin animales

Un blog de Alex Oller Guinot

Después de tener el “blog” congelado durante más de medio año y una vez encaminados los siguientes pasos de mi vida (búsqueda de trabajo, las carreras de la UOC…) ha llegado el momento de centrarme y retomar el blog.
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Si bien es cierto que perderá la frescura que tenía antes (ya que no os contaré las cosas “en tiempo real”), al menos servirá para que podáis ver unas cuantas fotos y para que conozcáis mis impresiones y vivencias de lugares como El Cairo, Dubai, Singapur, Japón, Phuket o el norte de la India.
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Así que en breve… más madera al blog.
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Gracias por vuestra infinita paciencia y por volver a seguirme… Hola? Hola?... Estáis ahí? Hay alguien?????

Una vez finalizada nuestra quincena de relax en Dahab y con cuatro días por delante antes de dejar Egipto, nos dedicamos a hacer un poco de turismo por El Cairo… y como no, a saldar nuestra cuenta pendiente con las Pirámides.
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Esta vez lo hicimos bien. Fuimos por nuestra cuenta sin guías y sin agobios, a la ida en un taxi con taxímetro (cosa rara en El Cairo) por 35 EGP (unos 4,5 euros) y a la vuelta en un coche particular (para variar) por 40 EGP.
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Además, los astros se conjuraron a nuestro favor de forma que habían pocos turistas y no hacía calor y, lo más importante, los múltiples vendedores, camelleros, caleseros y demás cazaturistas estaban apáticos y prácticamente no dieron guerra. Sólo algún espabilado que nos sacamos rápidamente de encima (de algo tenía que servir llevar un mes y medio en el país) y un vendedor que me pilló mientras estaba sentando descansando y me taladró durante unos minutos…
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… y que como vio que no conseguía nada me dejó un rato con su hijo, a ver si tenía mejor suerte (que no la tuvo).
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Esta vez sí que disfruté como un camello…
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… de la visita a las Pirámides, pudiendo andar entre una y otra prácticamente en solitario…
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… consiguiendo fotos con encuadres “distintos”…
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… y observando cómo los egipcios se dedican a admirar y fotografiar otro tipo de monumentos…
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… aunque de eso tampoco se libró Nieves, que ya debe formar parte de varios fondos de pantalla de teléfonos móviles…
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En definitiva, una mañana muy bien empleada. Si vais por allí ya sabéis, id por libre (en taxi o bus) y una vez lleguéis haced como Ulises con las sirenas… por muchas cosas que os digan, no paréis. Contestad y sed educados, pero no paréis, no los escuchéis, que si lo hacéis no os los quitaréis de encima.
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Mola tan poco que fuimos allí a pasar el día y a las dos horas ya estábamos volviendo a Dahab.
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A ver, no me malinterpretéis. Dicen que Sharm el Sheik (a 90 Km de Dahab) es uno de los mejores lugares del mundo para practicar submarinismo (y seguro que lo es) pero si no has hecho una inmersión en tu vida (como es nuestro caso) y no eres inglés, alemán, o de cualquier país donde ven el sol cuatro días al año y para los que una playa es un destino exótico, pues Sharm el Sheik te deja frío, y sólo le ves los defectos.
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Ciudad (o pueblo, no me queda muy claro) claramente playera y enfocada al turismo que le gusta ponerse como una gamba, está llena de resorts que copan todo el litoral con sus playas semiprivadas llenas de sombrillas.
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La media de edad es de 60 años, cosa que me molará dentro de 20 años pero ahora como que no, y si Dahab ya es un sitio caro para lo que es Egipto, Sharm el Sheik la dobla en precios.
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Cierto es que comer o cenar junto al mar por 15 o 20 euros sigue siendo un chollo, pero cuando estás en un país que por 3 ó 4 euros comes bien, pues como que Sharm el Sheik te parece un robo. Tanto es así que a los tres cuartos de hora de llegar decidimos ir a comer a un McDonald’s (por aquello de no sentirnos timados) y después volver a “nuestra” terracita del Penguin Village en Dahab.
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A tener en cuenta:
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- La forma más barata de ir de Dahab a Sharm el Sheik es en autobús, por 20 EGP por cabeza (2,5 euros). Lo malo es que si la estación de autobuses de Dahab ya está lejos del pueblo, la de Sharm el Sheik ni os cuento (está a casi 5 kilómetros), lo que te obliga a coger taxis entre las estaciones y los centros urbanos, es decir, a gastar tus energías regateando.
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- No obstante, una vez estábamos en la estación de autobuses de Dahab (de hecho Nieves ya estaba dentro del autocar) conseguimos un taxi por 50 EGP (6,5 euros), así que por un eurito y medio más optamos por ir en taxi… aunque nos costó varias discusiones con el conductor a lo largo del trayecto (con amagos de bajarnos del taxi incluidos) porque el tío quería cobrarnos el doble (100 EGP) diciendo que la tarifa normal eran 150 EGP, etc… Problema suyo, no habernos hecho una oferta tres veces inferior.
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- A la vuelta conseguimos negociar en la estación de autobuses de Sharm el Sheik con un conductor particular por 140 EGP (18 euros) un coche para cuatro personas (nosotros y una pareja canadiense que conocimos en la estación), aunque todos los taxistas y conductores que nos habían abordado previamente no bajaban de las 200 EGP. El conductor era un beduino que llevaba puesta todo el rato su música atronadora y constantemente nos hacía aplaudir a los cuatro para seguir el ritmo de la música. La verdad es que Nieves y yo nos reímos un montón (el canadiense no tanto).
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- Muy importante, tanto a la entrada/salida de Dahab como de Sharm el Sheik, hay controles policiales (por aquello del terrorismo). Si en el control conocen al taxista, ni lo paran, pero si no lo tienen visto (como le pasaba a nuestro conductor beduino del viaje de vuelta) pues es imprescindible llevar el pasaporte. Nosotros tuvimos el descuido de dejárnoslo en el hotel (sólo llevábamos el DNI) y nuestro pobre conductor sudaba dando explicaciones a la policía en cada control… Suerte que los canadienses sí que llevaban los suyos, que si no, no pasamos ninguno.
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(P.D.) Al menos, en nuestra visita aprendimos como debe protegerse una TV de plasma de las inclemencias del tiempo.
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No podría ser de otra manera. Este post va dedicado a alguien que nos ha dejado en el mes de abril. Una persona grande, muy grande, tanto por lo que fue su vida como por lo que consiguió a lo largo de ella. “Abuelo”, algún día nos volveremos a ver.
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Tras casi dos meses sin “alimentar” el blog y después de pasar por Dubái, Singapur y Tokio, volver a Barcelona de forma urgente y posponer la vuelta a Tokio por culpa de un volcán, por fin puedo seguir “alimentando” este blog desde dónde lo dejé, es decir, continuando con nuestras experiencias por Egipto.
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Una vez decidimos que en El Cairo no tendríamos la “concentración” necesaria para empezar a redactar los primeros trabajos de la UOC (la universidad) tuvimos que decidir por dónde apostábamos para establecernos durante dos semanas: Alejandría, a orillas del Mediterráneo y segunda ciudad más importante del país, o Dahab, pequeño pueblo costero de la península del Sinaí, antiguo paraíso mochilero (ahora se ha aburguesado ligeramente) a orillas del Mar Rojo (bueno, concretamente del Golfo de Aqaba). Como ya habéis visto por el título del post, decidimos probar suerte con este último…
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… y el hotel elegido (con mucho acierto, por cierto) fue el Penguin Village.
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Teniendo en cuenta que Dahab es pequeño y te lo recorres en menos de una hora, diréis ¿qué se puede hacer durante dos semanas ahí? Pues muchas cosas. Dahab es uno de los paraísos mundiales del submarinismo (y dicen que de los más baratos), también puedes hacer snorkel por sus extensos arrecifes, windsurf, esquí acuático, tomar el sol (aunque en gran parte de su costa sólo hay rocas), excursiones al desierto, al monte Sinaí, al monasterio de Santa Catalina (donde está la “tatatatatataranieta” de la zarza ardiente), a la lejana Petra, visitar Sharm el Sheik (otro paraíso del submarinismo a 90 kilómetros)…
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Y os preguntaréis, ¿todo eso hicisteis? Pues no. Tal como dice el título del post, nos dedicamos las dos semanas a perrear en el restaurante del hotel, tumbados junto al mar todo el día allí desde que nos levantábamos hasta que nos íbamos a dormir (eso sí, escapándonos a la hora de comer por aquello de ahorrar unas libras).
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Cierto es que algún paseíto largo dimos (un par de horitas andando, desde la parte del “pueblo” hasta donde están los resorts caros y vuelta hacia el pueblo de nuevo), fuimos de tiendas, una mañana nos escapamos a Sharm el Sheik (ya le dedicaré un post), probamos algo de snorkel (poco, muy poco)… pero la verdad es que la mayor parte del tiempo estuvimos apalancados en la terraza junto al mar…
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… intentando ver las costas de Arabia Saudí que están enfrente (que sólo fueron visibles los dos primeros días)…
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… luchando para que los gatos no te quitaran el desayuno, la comida o la cena…
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… y enganchados al ordenador, fuera para estudiar, fuera para reservar nuestro futuro alojamiento en Tokyo (eso sí, siempre rodeados de "amigos").
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La verdad es que en Dahab encontramos la rutina que echábamos en falta después de estar un mes en Egipto prácticamente sin dormir más de cuatro días seguidos en la misma cama. Llegamos a tal punto de rutina que por la mañana ya te traían el café sin preguntarte, que te podías largar sin pagar porque sabían que lo pagarías todo al final del día, que no se extrañaban lo más mínimo cuando al mediodía desaparecías una hora porque te ibas a comer a un sitio más barato, o que ya sabían que cenabas allí salvo que les dijeras lo contrario. Llegamos a tal punto de rutina que cuando nos fuimos nos fundimos en un abrazo sincero con varios de los camareros que ya nos consideraban como un gato más de los que por allí pululaban todo el día.
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¿Valió la pena estar dos semanas en Dahab? Mucho. Nos sirvió para centrarnos un poco y tuvimos suerte de conocer a gente como Asier y Silvia (que llevaban 19 meses viajando por África) y a Mimi, con la que compartimos más de una cena (bueno, con ella y con los gatos). La pareja del medio son Asier y Silvia posando para la foto...
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Y ahora unos cuantos apuntes sobre Dahab, que recomiendo visitar aunque sólo sea un par de días:
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- Si no quieres pegarte un día dentro de un autocar, la forma más fácil de llegar es volar desde El Cairo a Sharm el Sheik (a 90 kilómetros) y desde allí coger un autobús o un taxi concertado previamente con el hotel. Vuelo ida y vuelta unos 60 euros y el taxi de Sharm a Dahab unos 25 euros (aunque se puede conseguir más barato).
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- Por cierto, si alguna vez reserváis vuelos internos con Egyptair, seleccionad como vuestro país de origen Egipto y como idioma el inglés. Los precios (en EGP) suelen salir un 50% más baratos que si seleccionáis otro país de origen y pagáis en euros. Eso sí, en el avión seréis prácticamente los únicos occidentales.
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- Dahab se divide básicamente en dos partes (separadas por casi una hora de caminata o lo que es lo mismo, 5 minutos en coche): Dahab City, donde están los hoteles resort y la estación de autobuses, y Asalá, donde está el meollo, todos los hoteles baratos y la mayor parte de restaurantes, casi todos junto al mar.
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- Dahab es pequeño, muy pequeño, así que si no hacéis submarinismo, no le dediquéis más de un par de días… a no ser que queráis hacer el perro como hicimos nosotros.
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- El Penguin Village (donde estuvimos) es un buen lugar para alojarse. Tiene una distribución estilo bungalows y nosotros teníamos una habitación de precio medio (ni de las más baratas ni de las más caras). Por 12 euros la noche teníamos baño propio y conexión wifi todo el día. Además es de los mejores sitios en los que nos hemos alojado en Egipto (cosa que por otro lado no era difícil).
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- Puedes comer o cenar en cualquier restaurante junto al mar (de estilo beduino, es decir, llenos de cojines, velas y hogueras) por unos 7 euros (plato principal + bebida). Como los precios son similares en todos los restaurantes y la comida también, la competencia hace que mayoría de ellos te regales los entrantes (pan de pita con tres tipos de cremas) y el postre.
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- También es posible comer mucho más barato tan sólo yendo a una calle por detrás del paseo marítimo (es decir, saliendo de la parte bonita). Allí, por unos 10 ó 15 EGP (entre 1,5 y 2 euros) puedes comer medio pollo (o kebab, o kofta) acompañado con arroz, verduras, una sopa, una pequeña ensalada de pepino y tomate, pan de pita y humus.
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- Y hablando de comer, en Dahab perfeccionaréis el arte de comer con una sola mano y un solo ojo. La otra mano la dedicaréis a espantar moscas constantemente (y aún así es inevitable compartir tu comida con ellas) y el otro ojo lo tendréis en modo multitarea, vigilando a los 5 ó 6 gatos que tendréis bajo la mesa, bajo el sillón, junto a tus pies… Cualquier mínimo descuido significa perder parte de tu comida (en serio, hemos visto a más de un huésped despistado quedarse sin su trozo de pizza), así que os pasaréis la comida o la cena dando golpes para asustarlos, gritándoles, tirándoles agua… Bueno, podemos decir orgullosos que en dos semanas no consiguieron arrebatarnos ni una miga de pan.
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En resumen, en Dahab podéis pasar unos días de descanso tirados en una terraza junto al mar por una décima parte de lo que os costaría hacer lo mismo en cualquier pueblo de costa de nuestro país.
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(P.D. para los temerosos). Hace cuatro años, en el 2006, más de 20 personas perdieron la vida en Dahab en un triple atentado con bombas. En 2005 murieron en las mismas circunstáncias más de 80 personas en Sharm el Sheik (a 90 kilómetros de Dahab) y un año antes, en Taba (a 130 km) murieron 30 turistas más. Como podéis ver, los atentados integristas en esta parte de Egipto han sido tristemente habituales. No obstante, considero que Egipto es un país seguro y que no hay que dejar de ir a causa del fanatismo de algunos. Además, nunca estamos a salvo en ningún sitio... ya sabéis, en cualquier momento se te puede caer un techo encima :-)