No podría ser de otra manera. Este post va dedicado a alguien que nos ha dejado en el mes de abril. Una persona grande, muy grande, tanto por lo que fue su vida como por lo que consiguió a lo largo de ella. “Abuelo”, algún día nos volveremos a ver.
.
Tras casi dos meses sin “alimentar” el blog y después de pasar por Dubái, Singapur y Tokio, volver a Barcelona de forma urgente y posponer la vuelta a Tokio por culpa de un volcán, por fin puedo seguir “alimentando” este blog desde dónde lo dejé, es decir, continuando con nuestras experiencias por Egipto.
.
Una vez decidimos que en El Cairo no tendríamos la “concentración” necesaria para empezar a redactar los primeros trabajos de la UOC (la universidad) tuvimos que decidir por dónde apostábamos para establecernos durante dos semanas: Alejandría, a orillas del Mediterráneo y segunda ciudad más importante del país, o Dahab, pequeño pueblo costero de la península del Sinaí, antiguo paraíso mochilero (ahora se ha aburguesado ligeramente) a orillas del Mar Rojo (bueno, concretamente del Golfo de Aqaba). Como ya habéis visto por el título del post, decidimos probar suerte con este último…
.
.
.
… y el hotel elegido (con mucho acierto, por cierto) fue el Penguin Village.
.
.
.
.
.
Teniendo en cuenta que Dahab es pequeño y te lo recorres en menos de una hora, diréis ¿qué se puede hacer durante dos semanas ahí? Pues muchas cosas. Dahab es uno de los paraísos mundiales del submarinismo (y dicen que de los más baratos), también puedes hacer snorkel por sus extensos arrecifes, windsurf, esquí acuático, tomar el sol (aunque en gran parte de su costa sólo hay rocas), excursiones al desierto, al monte Sinaí, al monasterio de Santa Catalina (donde está la “tatatatatataranieta” de la zarza ardiente), a la lejana Petra, visitar Sharm el Sheik (otro paraíso del submarinismo a 90 kilómetros)…
.
Y os preguntaréis, ¿todo eso hicisteis? Pues no. Tal como dice el título del post, nos dedicamos las dos semanas a perrear en el restaurante del hotel, tumbados junto al mar todo el día allí desde que nos levantábamos hasta que nos íbamos a dormir (eso sí, escapándonos a la hora de comer por aquello de ahorrar unas libras).
.
.
.
.
Cierto es que algún paseíto largo dimos (un par de horitas andando, desde la parte del “pueblo” hasta donde están los resorts caros y vuelta hacia el pueblo de nuevo), fuimos de tiendas, una mañana nos escapamos a Sharm el Sheik (ya le dedicaré un post), probamos algo de snorkel (poco, muy poco)… pero la verdad es que la mayor parte del tiempo estuvimos apalancados en la terraza junto al mar…
.
.
.
… intentando ver las costas de Arabia Saudí que están enfrente (que sólo fueron visibles los dos primeros días)…
.
.
.
… luchando para que los gatos no te quitaran el desayuno, la comida o la cena…
.
.
.
… y enganchados al ordenador, fuera para estudiar, fuera para reservar nuestro futuro alojamiento en Tokyo (eso sí, siempre rodeados de "amigos").
.
.
.
.
La verdad es que en Dahab encontramos la rutina que echábamos en falta después de estar un mes en Egipto prácticamente sin dormir más de cuatro días seguidos en la misma cama. Llegamos a tal punto de rutina que por la mañana ya te traían el café sin preguntarte, que te podías largar sin pagar porque sabían que lo pagarías todo al final del día, que no se extrañaban lo más mínimo cuando al mediodía desaparecías una hora porque te ibas a comer a un sitio más barato, o que ya sabían que cenabas allí salvo que les dijeras lo contrario. Llegamos a tal punto de rutina que cuando nos fuimos nos fundimos en un abrazo sincero con varios de los camareros que ya nos consideraban como un gato más de los que por allí pululaban todo el día.
.
¿Valió la pena estar dos semanas en Dahab? Mucho. Nos sirvió para centrarnos un poco y tuvimos suerte de conocer a gente como Asier y Silvia (que llevaban 19 meses viajando por África) y a Mimi, con la que compartimos más de una cena (bueno, con ella y con los gatos). La pareja del medio son Asier y Silvia posando para la foto...
.
.
.
Y ahora unos cuantos apuntes sobre Dahab, que recomiendo visitar aunque sólo sea un par de días:
.
- Si no quieres pegarte un día dentro de un autocar, la forma más fácil de llegar es volar desde El Cairo a Sharm el Sheik (a 90 kilómetros) y desde allí coger un autobús o un taxi concertado previamente con el hotel. Vuelo ida y vuelta unos 60 euros y el taxi de Sharm a Dahab unos 25 euros (aunque se puede conseguir más barato).
.
- Por cierto, si alguna vez reserváis vuelos internos con Egyptair, seleccionad como vuestro país de origen Egipto y como idioma el inglés. Los precios (en EGP) suelen salir un 50% más baratos que si seleccionáis otro país de origen y pagáis en euros. Eso sí, en el avión seréis prácticamente los únicos occidentales.
.
- Dahab se divide básicamente en dos partes (separadas por casi una hora de caminata o lo que es lo mismo, 5 minutos en coche): Dahab City, donde están los hoteles resort y la estación de autobuses, y Asalá, donde está el meollo, todos los hoteles baratos y la mayor parte de restaurantes, casi todos junto al mar.
.
.
.
.
.
.
- Dahab es pequeño, muy pequeño, así que si no hacéis submarinismo, no le dediquéis más de un par de días… a no ser que queráis hacer el perro como hicimos nosotros.
.
- El Penguin Village (donde estuvimos) es un buen lugar para alojarse. Tiene una distribución estilo bungalows y nosotros teníamos una habitación de precio medio (ni de las más baratas ni de las más caras). Por 12 euros la noche teníamos baño propio y conexión wifi todo el día. Además es de los mejores sitios en los que nos hemos alojado en Egipto (cosa que por otro lado no era difícil).
.
.
.
.
- Puedes comer o cenar en cualquier restaurante junto al mar (de estilo beduino, es decir, llenos de cojines, velas y hogueras) por unos 7 euros (plato principal + bebida). Como los precios son similares en todos los restaurantes y la comida también, la competencia hace que mayoría de ellos te regales los entrantes (pan de pita con tres tipos de cremas) y el postre.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
- También es posible comer mucho más barato tan sólo yendo a una calle por detrás del paseo marítimo (es decir, saliendo de la parte bonita). Allí, por unos 10 ó 15 EGP (entre 1,5 y 2 euros) puedes comer medio pollo (o kebab, o kofta) acompañado con arroz, verduras, una sopa, una pequeña ensalada de pepino y tomate, pan de pita y humus.
.
.
.
- Y hablando de comer, en Dahab perfeccionaréis el arte de comer con una sola mano y un solo ojo. La otra mano la dedicaréis a espantar moscas constantemente (y aún así es inevitable compartir tu comida con ellas) y el otro ojo lo tendréis en modo multitarea, vigilando a los 5 ó 6 gatos que tendréis bajo la mesa, bajo el sillón, junto a tus pies… Cualquier mínimo descuido significa perder parte de tu comida (en serio, hemos visto a más de un huésped despistado quedarse sin su trozo de pizza), así que os pasaréis la comida o la cena dando golpes para asustarlos, gritándoles, tirándoles agua… Bueno, podemos decir orgullosos que en dos semanas no consiguieron arrebatarnos ni una miga de pan.
.
.
.
En resumen, en Dahab podéis pasar unos días de descanso tirados en una terraza junto al mar por una décima parte de lo que os costaría hacer lo mismo en cualquier pueblo de costa de nuestro país.
.
.
.
(P.D. para los temerosos). Hace cuatro años, en el 2006, más de 20 personas perdieron la vida en Dahab en un triple atentado con bombas. En 2005 murieron en las mismas circunstáncias más de 80 personas en Sharm el Sheik (a 90 kilómetros de Dahab) y un año antes, en Taba (a 130 km) murieron 30 turistas más. Como podéis ver, los atentados integristas en esta parte de Egipto han sido tristemente habituales. No obstante, considero que Egipto es un país seguro y que no hay que dejar de ir a causa del fanatismo de algunos. Además, nunca estamos a salvo en ningún sitio... ya sabéis, en cualquier momento se te puede caer un techo encima :-)